Por Redacción PortalCruceros.cl
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Se estima que la actividad de los cruceros deja, a lo menos, unos 400 millones de euros en ingresos; sin embargo, vecinos de la ciudad no quieren un negocio que otros destinos se pelean.
La actitud de los venecianos no es particular ni aislada. De hecho, hay otros lugares cuyos residentes han pedido reducir el número de escalas de naves debido a la saturación de turistas y contaminación con es el caso de la ciudad croata de Dubrovnik que restringió, el año pasado, a un máximo de dos recaladas, luego de que el municipio alcanzara un acuerdo con los vecinos.
La ciudad croata, de hecho, debió tomar la medida, a fin de no perder su estatus de Patrimonio Mundial de la Humanidad debido al alto impacto que imponía la actividad de cruceros en la zona.
También en 2018, los funcionarios ambientales de Alaska denunciaron a las líneas no cumplir con normativas vinculadas a la calidad del aire, lo que derivó en nueve infracciones. Ese mismo año, un político del Partido Verde de Noruega, Svein Indvald Opdal, protestó desnudo ante la llegada de cruceros a la localidad de Olden.
En Venecia, en tanto, el choque del MSC Opera contra el Muelle de San Basílio y otro crucero que permanecía amarrado en el lugar reactivó el malestar de los residentes frente a la llegada de grandes naves de pasajeros.
Lo anterior llevó a varios vecinos a protestar con carteles exigiendo la salida de estas embarcaciones del Canal Giudecca, algo que ha estado en el debate hace dos décadas.
“El objetivo es proteger el medio ambiente, el turismo y el empleo en Venecia, creo que encontraremos una solución”, explicó el ministro de Transportes e Infraestructuras de Italia, Danilo Toninelli.
Según la agencia EFE, el impacto económico que genera la industria de cruceros en el país es de 410 millones de euros (unos 464,9 millones de dólares, al cambio actual) anuales y más de 4.000 empleos permanentes, de acuerdo un estudio encargado en 2018 por la división italiana de la Asociación Internacional de compañías de cruceros (Clia) a la empresa Risposte Turismo.
Este análisis certifica que la industria de los cruceros representa cerca del 3% del producto interior bruto (PIB) de la economía veneciana.
El director de Clia en Italia, Francesco Galietti, subraya que la importancia de Venecia reside en que es un puerto base, desde el que inician o concluyen estos viajes turísticos.
“La mayor parte de los turistas duermen un día en Venecia, antes o después del crucero, y aportan riqueza al territorio. (…) Se calcula que el gasto medio per cápita es de unos 180 euros”, señaló, antes de indicar que si los cruceros son alejados, “se cancelarían muchos viajes en el Adriático”.
Apunta, además, a que los cruceros no contaminan tanto pues, según la agencia Arpav para el Medio Ambiente en la región del Veneto, sólo generan el 8% de las emisiones totales durante el verano y el 2% en invierno.
Organizaciones y asociaciones de Venecia, como el comité No Grandi Navi (No a los grandes barcos), protestan desde hace años para que estos cruceros no se acerquen a los canales venecianos porque argumentan que contaminan el medioambiente y destruyen la belleza del paisaje.
Este sábado efectuaron una manifestación para pedir al Ejecutivo italiano una solución urgente y duradera, y a ella han acudido centenares de personas, portando banderas y pancartas con lemas como “fuera los cruceros”.
Stefano Micheletti, activista de este comité, reflexiona en declaraciones telefónicas con esta agencia que Italia debe analizar “qué tipo de turismo fomenta”, al permitir que estos cruceros ensucien el aire “con sus carburantes y sus motores siempre encendidos. Queremos que estos barcos atraquen fuera de la laguna”, subrayó.
Actualmente, los cruceros de menos de 96.000 toneladas llegan a Venecia desde la parte oriental del Mediterráneo, entran a la laguna veneciana por el Puerto del Lido y navegan por el Canal de la Giudecca hasta la Estación Marítima, situada al oeste de la ciudad.
Las embarcaciones de más de 96.000 toneladas permanecen atracadas en el puerto de Marghera, situada a varios kilómetros al oeste del puerto marítimo.
Estas asociaciones piden al Gobierno italiano y a las autoridades locales que se construya un puerto fuera de la laguna, y proponen la zona de San Niccolò, en el Lido, para que los turistas sean llevados a Venecia en ferris.
Esta hipótesis no convence a las autoridades locales ni a la industria de cruceros, que plantean que estos barcos sigan llegando a la Estación Marítima de Venecia, aunque por una vía alternativa a la actual: a través del Canal Vittorio Emmanuele III, sin pasar por el centro histórico.
Las asociaciones contra los cruceros quieren dejarlos fuera de la laguna, mientras que la industria crucerística acepta alejarse del centro, pero permanecer en la laguna.
Su plan es que los barcos lleguen a Venecia desde la parte oriental del Mediterráneo, no por el Lido como hasta ahora, sino por el puerto de Malamocco, situado unos kilómetros al sur.
Desde este puerto, entrarían a la laguna y se dirigirían hacia el noroeste para atravesar el canal Petroli, que separa la Isola delle Tresse y Marghera, y después virar por el Canal Vittorio Emmanuele III hacia la Estación Marítima de Venecia.
El alcalde Luigi Brugnaro cree que construir un puerto en el Lido no será algo rápido y teme que la solución se alargue en el tiempo, sin embargo el Canal Vittorio Emmanuele III sería una buena opción, porque ya existe y solo habría que adaptarlo a los barcos, cavando para conseguir una profundidad de unos 10,5 metros.
La obra necesitaría de unos 19 meses y el coste sería de unos 120 millones de euros, entre las labores de excavación, eliminación de sedimentos y servicios subterráneos.
El director de la Asociación veneciana de hoteleros, Claudio Scarpa, sostiene que este proyecto “es concreto y realizable” y consentiría a los cruceros seguir llegando a Venecia sin atravesar su centro histórico.
“Este sector es fundamental para Venecia. No podemos dejarlos fuera de la laguna porque perderíamos mucho económicamente. Tienen que estar dentro de la laguna, pero fuera del centro histórico”, justifica.
El ministro de Transportes italiano, Danilo Toninelli, trabaja con el ministro de Medio Ambiente, Sergio Costa, para elaborar un plan que dé una solución definitiva a este problema y que contente a todos los sujetos involucrados.
El debate sobre qué hacer con estos barcos existe desde hace unos veinte años, subraya el ministro italiano, pero se generalizó tras el hundimiento del Costa Concordia en enero de 2012 frente a las costas de la isla toscana del Giglio, que causó la muerte a 32 de los 4.229 pasajeros.
Desde entonces, tras siete años y cinco gobiernos en Italia, la única normativa aplicada en Venecia es la que limita la entrada al Canal de la Giudecca a los buques de más de 96.000 toneladas.
Además, desde 2013 existe la llamada bandera de Venecia II, un acuerdo voluntario por el que las compañías navieras que quieran se comprometen a operar con combustibles menos contaminantes desde que entran en la laguna y hasta que llegan a la Estación Marítima.
El ministro Toninelli asegura que su ministerio está estudiando las posibles alternativas y adelanta que visitará Venecia con equipo de técnicos para conversar con los sujetos afectados.
Por el momento, confiesa que el proyecto del Canal Vittorio Emmanuele III, que proponen las autoridades locales y las empresas de cruceros, carece de concreción y necesita un protocolo detallado de las labores de excavación.
Por otro lado, el del Puerto del Lido es uno de los planes que el ministerio italiano y su equipo está estudiando por ser potencialmente realizable.