Por Redacción PortalPortuario
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Entre Málaga y Roma, el barco residencial de Victoria Cruises lleva a los huéspedes por 12 puertos inolvidables, con lentitud, elegancia y siempre con un profundo respeto por el placer de descubrir. “Es un viaje donde las mañanas brillan con luz naranja, las tardes se despliegan en resplandecientes paseos marítimos y las noches sorprenden con nuevos aromas, sabores e idiomas”, señalan desde la naviera, que aclara que no es un recorrido acelerado, sino nueva forma de vida.
El primer paso se da en Málaga, donde “el sol saluda primero a Andalucía”. Una ciudad costera donde el legado de Picasso se fusiona con la energía de las galerías de arte moderno. La ciudad exhibe lo mejor del estilo de vida andaluz: tapas, flamenco y calidez en cada rincón.
Victoria Cruises destaca luego a Almería, “entre el silencio del desierto y el abrazo del mar” para nombrar una ciudad agreste pero impactante donde los paisajes áridos se fusionan con la historia árabe. Bajo la sombra de la Alcazaba, las calles se calman, y el cliente también lo hará.
Tercera en la lista está Cartagena, un puerto de ecos romanos y vida marítima, uno de los más antiguos del Mediterráneo, donde museos y un teatro romano susurran el rico pasado de la ciudad. La urbe es colorida, animada y uno de los secretos mejor guardados de España.
Valencia sigue en la lista, con “azahares y horizontes futuristas”, un destino donde las tradiciones ancestrales se fusionan con la innovación arquitectónica. Desde la adelantada Ciudad de las Artes y las Ciencias hasta el encantador casco antiguo, la ciudad es una experiencia en constante evolución y, claro, la cuna de la paella.
Palma de Mallorca y su romance isleño en el Mediterráneo también es destacado por Victoria Cruises. Allí, en un solo día se puede ver la Catedral de Palma, explorar su puerto y pasear por las encantadoras callejuelas de una urbe isleña siempre de fiesta; pues incluso una tarde cualquiera se siente como un festival.
Sexto en el listado, Barcelona, el patio de recreo de Gaudí que nunca duerme, un sitio que despierta todos los sentidos: arquitectura icónica, calles animadas y una vibrante escena cultural que cautiva. Un día puede no ser suficiente, pero los recuerdos perdurarán para siempre.
Ya en Francia, Marsella se suma a los lugares destacados. La puerta de entrada a la Riviera, a la Francia mediterránea en su máxima expresión, con animados mercados de pescado, un casco antiguo con mucho carácter y la atenta mirada de Notre-Dame de la Garde desde arriba.
Cannes, tierra de cine, glamour y elegancia francesa, se suma al recorrido. La alfombra roja, los yates de lujo y a la leyenda del cine no es ostentación, el destino cautiva con su casco antiguo, sus vinos locales y su paseo marítimo que invita a la contemplación.
Génova y Milán, son la puerta de entrada al norte de Italia. La primera, una histórica ciudad marinera, aún rebosa vida con sus callejones medievales y vibrantes mercados. Desde ese lugar, Milán está a un corto viaje, ideal para quienes se sienten atraídos por la moda, las bellas artes y el café espresso de primera calidad.
Livorno, en tanto, es entrada costera a Pisa y Florencia, una urbe portuaria que es punto de acceso a dos joyas italianas, la Torre Inclinada de Pisa y los tesoros renacentistas de Florencia. Pero no hay que dejar pasar a Livorno, con sus canales, mariscos y el encanto toscano.
El periplo de Victoria Cruises sigue a Ajaccio, el lugar de nacimiento de Napoleón en Córcega. Se trata de un sitio mediterráneo y sorprendentemente salvaje. En la isla, todo se siente más verde, más fragante, y las puestas de sol sobre el mar parecen pintadas por un soñador, señalan desde la naviera.
Se incluye luego Civitavecchia y, a un corto trayecto, Roma, la Ciudad Eterna, donde cada piedra cuenta una historia. Pero esa ciudad también merece la pena explorarla: con sus tranquilos puertos, su ambiente italiano y un último espresso antes de sumergirse en las maravillas atemporales de Roma.
“Estos 12 puertos son más que simples escalas: son el comienzo de un nuevo estilo de vida. A bordo del barco residencial, no solo el cliente viaja, sino que explora, conecta y vive de verdad. La Dolce Vita, la pasión española y el refinamiento francés esperan justo afuera de la puerta del camarote, mientras el barco se desliza suavemente hacia la siguiente maravilla”, resumen desde Victoria Cruises.