Por Redacción GrupoT21
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El Banco Interamericano del Desarrollo (BID) dio cuenta del impacto generado por la pandemia en la industria de cruceros a nivel mundial, pero también apuntó a las externalidades negativas que puede generar su reactivación.
De acuerdo con un análisis publicado por moviliblog, a nivel mundial, previo a la pandemia, la industria movilizaba alrededor de 30 millones de pasajeros anuales, ascendiendo a un valor de 134.000 millones de dólares, generando 1,1 millones de empleos directos, donde ALC representaba un tercio de esos valores.
Cartagena, una de las ciudades más importantes en la región para esta industria, recibía alrededor de 15.000 turistas diarios, con un gasto promedio por pasajero que superaba los 120 dólares, unido a los beneficios económicos indirectos en materia de creación de empleo y utilización del puerto.
Frente a estos beneficios económicos, los cruceros generan también una serie de externalidades negativas, que requieren ser mitigadas para brindar una mejor calidad de vida en las ciudades destino de esta industria, con base en lo expuesto por Agustina Calatayud y Santiago Sánchez, especialistas del BID.
Entre los desafíos mencionados por las comunidades locales, se encuentra el incremento de la contaminación, la sobreocupación del espacio peatonal y la congestión urbana. La problemática ha escalado a tal punto que algunos de los principales destinos turísticos de cruceros del mundo, como Málaga y Dubrovnik, han establecido un límite a la cantidad diaria de naves que pueden acceder a sus puertos.
De acuerdo con evidencia internacional, en ciudades densamente pobladas y con puertos instalados en áreas neurálgicas de la actividad socioeconómica, la congestión creada por la gran cantidad de turistas que desembarcan y embarcan en un período estrecho de tiempo puede suponer un importante estrés para la movilidad urbana.
Según el texto del BID, este es el caso de ciudades como Cartagena (Colombia) y Buenos Aires (Argentina), Lima-Callao (Perú) y Montevideo (Uruguay). Ahora bien, hasta el momento no existe estudio que cuantifique y caracterice el impacto de la industria en la movilidad de las ciudades de ALC. Sin esta información es difícil tomar decisiones efectivas de política y de inversión que puedan mejorar la interface puerto-ciudad.
“Y decimos ‘hasta el momento’ porque en la próxima publicación insignia de transporte del BID, ilustraremos los impactos espaciales y económicos de la actividad de cruceros en la región, con el fin de brindar herramientas a los tomadores de decisiones para generar cambios que reduzcan el impacto de esta importante actividad en la calidad de vida de las ciudades-puerto”, enfatizan los autores.
Los resultados sugieren que, con excepción del caso del Callao, la congestión es sistemáticamente superior y estadísticamente significativa en los escenarios en que se presenta actividad de cruceros que en aquellos donde no hay turismo marítimo. En otras palabras, la actividad de cruceros efectivamente incrementa la congestión urbana.
La mayor diferencia relativa se presenta en Cartagena, donde la congestión incrementa casi un 50% durante los días de actividad de cruceros, seguida por Buenos Aires y Montevideo, con 30% y 27% respectivamente.
La actividad de cruceros representa una fuente de ingresos muy relevante para la región. No solo genera un gran número de empleos directos, sino que da lugar a dinamización económica a través del gasto de los turistas en la ciudad y una mayor utilización de los puertos. Sin embargo, las externalidades negativas han de ser consideradas para lograr una relación más armónica entre el sector y la población local.
Mientras que las acciones de política pública han estado más focalizadas en mejorar el acceso marítimo de los puertos de cruceros, en el futuro será necesario avanzar en mejorar la conexión entre el puerto y las áreas turísticas locales.
Además de inversión en infraestructura vial, ello implica intervenciones como cambio de la dirección del tráfico, redireccionamiento del tráfico durante el proceso de abordaje, uso exclusivo de carriles para los pasajeros de cruceros durante los períodos pico de afluencia, entre otras acciones que mejoren el manejo del tráfico en las ciudades-puerto.
Estas políticas generarían un doble beneficio: por un lado, se reduciría sustancialmente el nivel de estrés de los habitantes de las zonas aledañas al puerto y, por otro, la mejor conexión con las áreas turísticas incrementaría el atractivo de las ciudades como destino de cruceros.