La isla griega de Santorini es uno de los destinos turísticos más solicitados del Mediterráneo, pero el boom turístico vivido en los últimos años ha empezado a generar tiranteces políticas, hasta el punto de que el gobierno municipal acaba de anunciar que va a reducir un 20% el número de visitantes que llegan por mar.
Según consignó el medio digital Libre Mercado, Nikos Zorzos, alcalde de la isla, ha declarado al Wall Street Journal que Santorini “se está convirtiendo en un destino turístico saturado de visitantes”.
De hecho, la autoridad ha ido más allá y ha afirmado que la ínsula “no puede gestionar un aumento continuo en la llegada de turistas”.
Por este motivo, el alcalde ha anunciado un “tope” que afectará a los cruceros que llegan a la isla.
A partir de 2019, el número de visitantes que podrán desembarcar en la isla se reducirá a 8.000. En la práctica, esto supone una reducción de un quinto, puesto que las estadísticas oficiales de turismo apuntan que el volumen de entradas por mar ronda las 10.000 personas por día. Huelga decir que la medida ha despertado polémica entre los empresarios de la ínsula.
Este destino, rival directo de las Baleares, recibe anualmente a dos millones de turistas. De esa cifra, alrededor de la mitad viajan en barcos crucero. Sin embargo, si nos ceñimos a quienes llegan por alta mar, hay dos perfiles muy diferenciados de visitantes. Por un lado están los viajeros que se hospedan en un crucero pero permanecen en la isla durante un promedio de siete días. Por otro, están quienes llegan en barco por la mañana y se van en el buque esa misma noche, sin pernoctar en los establecimientos hoteleros y con un ciclo de consumo de apenas doce horas. El Ayuntamiento no ve con malos ojos a los primeros, pero sí dirige la medida contra los segundos.
“Hay mucha gente que depende del turismo en Santorini, pero es necesario ceder para que el sector crezca de forma razonable. El suministro eléctrico está funcionando al límite de su capacidad. Con la red de agua potable pasa algo muy parecido. La producción de basura se ha duplicado en el último lustro. O controlamos esta entrada masiva de gente o acabaremos arruinando la isla”, señala el alcalde.
Sector privado
CLIA, patronal que agrupa a las principales empresas del sector del transporte por alta mar, ha anunciado en las páginas del WSJ que respetará el “tope” a la llegada de cruceros anunciado por el gobierno local. Sin embargo, los empresarios del ramo también creen que la isla debe mejorar sus infraestructuras turísticas.
“Todo el mundo quiere conocer Oia, la localidad más popular de Santorini. El problema es que el transporte que lleva a los visitantes del puerto a Oia acomoda apenas a unos cientos de personas por hora. Hay que invertir en este tipo de cuestiones”, advierte la portavoz de CLIA, Maria Deligianni.
La asociación de comerciantes es más beligerante. Su mandamás, Nikos Nomikos, anticipa distintas acciones orientadas a luchar contra el “tope” a la llegada de cruceros. “El 70% de los habitantes de la isla dependen del turismo. Cada persona que llega por esta vía gasta un promedio de 150 euros diarios. Tiendas, restaurantes, bares… Vivimos de esto. No queremos límites. Queremos que venga aún más gente”, explica.
El turismo ha transformado Santorini durante el último medio siglo. Tras un devastador terremoto en los años 50, la isla se quedó casi desierta por la salida masiva de muchos de sus habitantes. Entre los años 70 y 80, el encanto de localidades como Oia, Fira o Imerovigli atrajo a promotores hoteleros y empresarios de la restauración. Desde entonces, la población de la isla se ha duplicado, hasta llegar a los 25.000 habitantes.